Jonatan Relayze, director y también guionista, no pierde tiempo. Nos muestra a 'Rosa Chumbe', un personaje con muchos problemas encima, quien implícitamente está buscando una esperanza o solución en los vicios equivocados, y que además se rehúsa a hacer algo por cambiarlo. Esta motivación u oportunidad de cambio llega algo tarde (cuando su problema con el alcoholismo la lleva a una situación límite), lo que la obliga a buscar en lo último que le queda: la fe y la redención.

El largometraje está protagonizado por una brutal y trascendente Liliana Trujillo, quien encarna a una policía de oficina, no muy contenta con su trabajo y que completa su rutina diaria yendo al tragamonedas y comprando ron 'no tan barato' para tomar antes de dormir. 

Esta rutina se ve atacada aún más por un clima familiar desfavorable: es madre soltera, no tiene una buena relación con su hija (Cindy Díaz) y encima tiene que cuidar a su pequeño nieto. Este adorable bebé junto a un programa cómico protagonizado por el ya conocido 'Gordo Casaretto', son los únicos que logran sacarle una sonrisa.

Todo esto bajo una mirada marginal de una Lima muchas veces oscura, vacía y silenciosa; otras veces repleta y aburrida, pero siempre indiferente ante la soledad de sus personajes.

Aquí entra el personaje de Cindy Díaz, quien, a pesar de tener a su madre y a su hijo, se ve sola y desprotegida luego de enterarse que está nuevamente embarazada. Lo que la obliga a tomar una decisión irreparable y poner en aprietos aún más a Rosa.

La cinta busca la menor cantidad de diálogos para expresar mayormente con sensaciones y acciones clave (la bofetada de Rosa a su hija). Lo logra en efecto, sin embargo tiene algunas escenas un tanto predecibles y redundantes; exagera un poco en los tiempos muertos y en la exploración y rutas de nuestros personajes. Un ejemplo es la escena cuando Rosa sube la escalera: tres planos diferentes que no hacen más que reforzar inútilmente la idea de que la escalera es enorme. Las subtramas, si bien son interesantes, no logran aportar demasiado al pasado, al presente o al menos al futuro de la historia. Quedan sueltas cada uno por su lado. 

Aun así es una cinta que hay que alagar por su contenido y su arriesgada visión cinematográfica. Por no esconder nada y mostrar a una Lima tal y como lo planteó Ribeyro: como una gigantesca y oscura mandíbula. 

Imposible mencionar que es un ejemplo perfecto de como crearle un final a una película donde deambulamos constantemente como fantasmas condenados a la resignación y a los milagros.